Llegaste
y te volviste esencial
a mi respiración,
al ritmo de mis deseos.
Bendito seas.
Huiste
miles de veces
entre las sombras torcidas
donde nos conocimos.
Maldito seas.
Llenaste
de sonrisas y jadeos
mis rincones secretos
de la piel inquieta.
Bendito seas.
Huiste de nuevo.
Esta vez para siempre.
Me quedo sin aliento
justificándote en insomnios.
Maldito seas.
Bendición haber compartido un tú y yo.
Los textos de este blog pertenecen a la autora Alicia Strathern.