No sé por qué este es el único pensamiento que anida en mi cabeza cuando vamos en el coche.

No sé por qué este es el único pensamiento que anida en mi cabeza cuando vamos en el coche.
Imperfect creativity is natural and good enough.
Anything that requires creativity has a human touch and humans are imperfect. This idea is still hard to assimilate. At some point in our lives, we’re taught to avoid mistakes and get flawless results.
Recently, I thought about my literature teacher in high school. Our discussions in class tended to lead to all kinds of random topics. One day, he expressed his frustration at some students that were obsessed with getting perfect marks. His words were unforgettable:
“In this life, you have to deal with the fact that you’re not perfect.”
He wasn’t afraid to speak his mind. Maybe that statement sounded too harsh at the time, but the wisdom is there. If you think about it, life itself is imperfect.
So why is it worth hanging onto perfection?
Perfectionism is connected to your self-worth and is something you probably have to keep working on to overcome.
That’s another hard pill to swallow. In the Western culture, this is a constant struggle. Aim to be perfect or go home. On the other hand, in other cultures of the world, embracing imperfection is normal.
For example, there’s the Japanese idea of wabi-sabi. Leonard Koren, author of Wabi-Sabi for Artists, Designers, Poets & Philosophers, defines it as “the beauty of things imperfect, impermanent, and incomplete.”
I love the idea of finding beauty in the imperfect. There’s value in creating, doing your best to give it form, and releasing it to the world and let it be in its full glory with glitches included.
Creations are never complete. There’s always an improvement to make or a new version to start from scratch. After all, wabi-sabi is based on the cycles of nature, which are constantly changing. No creation ever stays the same.
With this concept in mind, how can you embrace imperfect creativity in your daily life?
Hola,
¿Me estás pensando?
Yo sí.
Sobre todo en el silencio.
Cuando me siento
y me doy cuenta
que estoy sola.
Me faltan tus abrazos.
¿Por qué somos temporales?
Aún si viviéramos
en los mismos lugares,
tendríamos que despedirnos.
Pero hay despedidas
de cinco minutos.
De a la vuelta
de la esquina.
O de hora y media
en carro o autobús.
También las hay
de vuelo redondo.
Unas punzan
más que otras.
En todas se añora.
En todas se atesora.
¿Sabes?
Por fortuna,
las despedidas
también son temporales.
Por eso
te espero
te abrazo
en cada sueño.
Hasta que volvamos a encontrarnos.
Los textos de este blog pertenecen a la autora Alicia Strathern.
Finalizó el club de lectura y yo encontré nuevas lecciones en El Principito.
A mis 34 años de edad, he descubierto un tema que antes había pasado desapercibido: la autenticidad.
Cuando El Principito llega al planeta Tierra, se encuentra un jardín lleno de rosas que se parecían a la suya y se decepciona, ya que pensó que la que tenía era única en el mundo. Sin embargo, en el diálogo con el zorro, aprende el concepto “domesticar” y cambia su perspectiva cuando le pone un ejemplo muy claro.
Me permito copiar un pequeño fragmento.
Tú no eres para mí mas que un chiquillo parecido a cien mil chiquillos y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. Yo no soy para ti más que uno más entre cien mil zorros. Ahora bien, si tú me domesticaras, nos necesitaríamos el uno al otro. Tú serías para mí el único en el mundo, como yo lo sería para ti.
Crear lazos es parte de la experiencia humana. Todos los creamos con nuestra familia, con personas que alguna vez eran desconocidas pero que luego se convirtieron en amigos entrañables. También los creamos con quienes elegimos como compañeros de vida.
En un mundo de millones de habitantes, con tantos siglos y tanto espacio de por medio, llegan personas que dejan huella. Cada una de ellas es única. Las experiencias son irrepetibles y vamos escogiendo con qué nos quedamos.
Por diversas razones, pueden salir de nuestro espacio y puede que ya no volvamos a coincidir. Sin embargo, ese pedacito de tiempo compartido se puede guardar en un lugar especial de la memoria. Queda el sentimiento de haber creado lazos de significado profundo.
Comentábamos en el club de lectura que El Principito es un libro triste. Me queda como lección corroborar este punto. Es triste despedirse. Es triste dejar ir. Es triste aceptar que las personas son temporales y que su estancia es efímera. No importa cuan fuertes seamos, asimilar todo esto nos deja vulnerables.
No sé por qué no había detectado este tema antes. Me pareció muy claro y estoy agradecida por lo que este libro ha hecho por mí en este momento.
Sin duda, el presente es todo lo que tenemos en nuestras manos. Hay que gozar. Uno también es efímero.
El Principito es uno de los libros más preciados en mi biblioteca personal. Ahora que me acabo de unir a un club de lectura para analizarlo, me emociona la idea de compartir mis interpretaciones y anécdotas.
Hoy quiero compartir una de ellas.
Hace algunos ayeres, mi mamá me llevó a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Era una época donde esta feria comenzaba a posicionarse como un punto de encuentro importante para acercarse a la lectura.
Yo estaba muy jovencita y no tenía ni idea de qué quería leer o qué podría interesarme. Nos acercamos a un estante y me compró El Principito. Hasta este día, conservo esa copia y es una de mis más grandes joyas.
Me dijo que este libro me iba a gustar mucho y no se equivocó.
Pese a que no había estado en contacto con muchos libros en aquel entonces, supe que El Principito era especial. Las emociones que transmitía eran únicas. Me parece que esa sería la primera vez que las palabras y las ilustraciones me formaron un nudo en la garganta sin entender del todo por qué.
Ahora que me incorporé al club de lectura, veo que remueve muchas cosas en mí que ni sabía que llevaba dentro. Así de poderosa es la literatura.
Anoche empecé a releerlo después de varios años de no haberlo abierto. Tuve uno de los sueños más tranquilos que he tenido en meses. No sé qué signifique eso, pero me gusta el efecto que me está provocando.
Estoy por terminarlo. Una vez que llegue al final, reportaré en este espacio las nuevas lecciones aprendidas. Ese es también el punto: puedes leer el mismo libro una y mil veces y siempre encontrarás detalles diferentes y asombrosos.