Ola #LetrasDesnudas

Todo con él siempre es lo mismo.

No sé por qué este es el único pensamiento que anida en mi cabeza cuando vamos en el coche.

Se peina el bigote, enciende el vehículo y prende el estéreo. Siempre en ese pulcro orden.

“¿Está bien si escuchamos este álbum?”. Esa pregunta tampoco falla. Llevamos meses con las mismas pinches canciones, pero tocan en diferente orden, para mi fortuna.

Yo sólo le digo que sí con la cabeza. Ya me di por vencida. Lo suyo es la certidumbre de saber que, sea como sea, va a sonar algo que le gusta y eso lo va a animar para cantar junto con el artista.

Para mí es un martirio. Estoy cansada del concierto no solicitado. Estoy cansada de que hasta un pequeño recorrido en el auto es una extensión de la rutina.

He optado por quedarme callada porque no veo el punto de iniciar una discusión estúpida. Él no quiere cambiar.  No importa lo que le diga.

Empiezo a escuchar su canto a lo lejos mientras miro por la ventana. ¿Hay alguien que intenta hacer cosas diferentes en su día? ¿Existe alguien así?

Otro pensamiento me atrapa: desde hace un tiempo, vivo en un molde de plástico con él. Antes me agradaba la idea. Era muy cómodo. No nos complicábamos con discusiones profundas ni nada de eso. Todo tenía una consistencia simple: cenar, ver tele, cama y luego cada quien para su casa.

Yo cada vez tengo más ganas de platicar, de escarbar en la profundidad de sus pensamientos más íntimos permitir que él haga lo mismo conmigo. De apagar el televisor y escuchar música variada mientras bailamos en la recámara. Quiero descubrir más sobre qué inventaríamos hacer debajo de las sábanas. “Pa’ adentro y pa’ fuera” no lo es todo.

Él puede ser mejor. Yo puedo ser mejor. Nosotros podemos ser mejores amantes. Pero todo siempre sigue igual.

Tras la muerte de nuestra mejor amiga el año pasado, ya no puedo ver la vida igual. Un día estás, al otro ya no. Eso es fuerte. Tenemos menos tiempo del que pensamos.

Lo miro manejando y cantando igual que ayer y antier. Me da no sé qué porque casi no puedo diferenciar un día del otro cuando estoy con él.

Nos paramos a cargar gas y yo salgo a la tienda de conveniencia para respirar otros aires y por un breve instante, considero la posibilidad de no regresar al carro. Siempre estamos a una decisión de cambiarlo todo por completo.

Vuelvo con botella de agua en mano. Antes de arrancar, me mira y sus ojos verdes me hablan antes de que pronuncie palabra. Me da esperanza captar su nobleza.

“Has estado muy pensativa. ¿Estás bien?”
“No…es que me he estado acordando de Andrea…ya ves que esto es reciente.”

Me abraza y el mundo se siente un lugar seguro de nuevo.

Nos vamos a comer una hamburguesa y aros de cebolla. Me cuenta sobre un videojuego que está por salir a la venta y yo me quedo maravillada.

Los textos de este blog pertenecen a la autora Alicia Strathern.

Ahora te entiendo #LetrasDesnudas

Ahora te entiendo.
Es así.
Las emociones
a flor de piel.

Nunca vuelves
a ser la misma.
Eres otra tú
en cada estación de vida.

Eres llanto
en silencio.
Eres fortaleza
ante sus ojos inocentes.

Eres lo que
no imaginabas.
Llega a ti
la sabiduría del universo.

Ahora te entiendo.
Fuiste así conmigo.
Ahora es mi turno
de hacer milagros grandes.

Dame tu bendición
mientras me observas de lejos.

 

Los textos de este blog pertenecen a la autora Alicia Strathern.

Aprendizajes de taller

Como había mencionado anteriormente, este año tomé por primera vez un taller de escritura creativa. Haber tenido a Mónica como instructora fue un verdadero deleite. Me gustaron mucho los ejercicios de pensamiento y expresión que hicimos durante el taller así como las historias retadoras que nos dejaba de tarea.

Trabajamos con diferentes técnicas de redacción que no imaginaba que podían detonar tantas ideas y tantas formas de desentumir la mente. Fue una gran experiencia.

Dos cosas en particular se me quedaron muy, muy grabadas:

  • Para escribir sobre emociones complejas, hay que estar bien conectado con uno mismo para poder describirlas.
  • Uno de los grandes inhibidores de la creatividad es el prejuicio. Lo creo absolutamente.

 

Estoy muy motivada a seguir escribiendo libre de tabúes y de barreras que me he impuesto a mí misma. Siento que mi redacción cobró más fuerza a partir de todos los ejercicios que hicimos.

Es que es eso: al final de cuentas, escribir es como ejercitar un músculo. Hay que hacerlo constantemente para que sea firme.

Así que a seguir escribiendo.