La independencia creativa es un acto de fe. Es creer que puedes sacar magia de tus venas, de las palabras que salen del corazón. Es exprimir el contenido simbólico adquirido en todas aquellas vivencias que han influido en tu persona, tanto en el presente como en el pasado.
Recuerdo cuando creía que la libertad creativa se podía alcanzar trabajando para alguien más. Recuerdo la firme convicción de que el camino hacia el éxito profesional consistía en demostrar mis habilidades a los altos mandos de una empresa y así ganarme su confianza. Y así ganar más dinero. Y así hacerme de una reputación que me permitiera ganar más dinero.
Recuerdo el día del desencanto. Recuerdo la frustración de trabajar en proyectos que no me interesaban. Recuerdo la pesadez de darle gusto a alguien más. Recuerdo la renuncia a mis propias ideas. No podía expresarlas porque no se alineaban con los caprichos del cliente o del jefe.
También recuerdo los primeros pensamientos que contemplaban el día de la independencia. Un día que sí llegó.
En el camino hacia la independencia creativa me encontré con una diseñadora emprendedora. Ella misma creó con sus propias manos e intelecto una revista que muestra piezas de artes y manualidades de diversas partes del mundo. Inició el proyecto con el fin de presentar una perspectiva más refrescante de las ideas que artistas o aficionados desarrollan.
Actualmente, tiene por lo menos un par de colaboradores en cada continente, quienes enriquecen el contenido de la revista.
“Todo lo que tienes que hacer [para emprender proyectos independientes] es confiar en tus habilidades. Si tienes miedo, encuentra la causa, arregla ese problema y luego haz tu trabajo.”
Ahora más que nunca, esas palabras me mantienen con los pies sobre la tierra y llego a la conclusión que el miedo no es un muro de acero. Es más bien un GPS que indica qué es lo que hay que superar para continuar navegando.
Y no sólo es el miedo el que hay que efrentar. La independencia creativa también tiene un precio que, nos guste o no, hay que pagar. Nada en esta vida es gratis. Dentro de este mundo, libre de jerarquías y otras ataduras de oficina, hay situaciones que igual y no son tan agradables. Elizabeth Gilbert lo explica en un tono más franco y certero.
“What’s your favorite flavor or shit sandwich?” What Manson means is that every single pursuit–no matter how wonderful or exciting and glamorous it might initially seem–comes with its own brand of shit sandwich, its own lousy side effects.
(…)
So the question is not so much “what are you passionate about?” The question is “what are you passionate enough about that you can endure the most disagreeable aspects of the work?”
Elizabeth gilbert
Por fin alguien deja de hablar sobre el lado romántico de “haz lo que te apasione” para plantear preguntas más realistas como “¿qué es lo que estás dispuesto a enfrentar para vivir tu pasión?” Es una pregunta que cambia la mentalidad completamente.
El mundo independiente puede no ser para todos. Por otra parte, parafraseando a Nietzsche, el que tiene un por qué puede contra cualquier cómo.